¿Qué es la motricidad fina y la motricidad gruesa?

Te explicamos cómo mejorar su motricidad, dependiendo su edad y con qué actividades desarrollará su motricidad fina y gruesa.

Mientras juegas y celebras con él cada centímetro que crece, sin darte cuenta, está desarrollando habilidades físicas y psicológicas que le servirán toda la vida. Aprende cuáles son e identifica su progreso, dependiendo del desarrollo que tenga en su motricidad fina y la motricidad gruesa.

¿Cuáles son las diferencias entre motricidad fina y motricidad gruesa?

Cuando le hablas y lo abrazas, además del vínculo entre ustedes, refuerzas indirectamente una serie de capacidades que le permitirán moverse con libertad y transformar su entorno cuando crezca. Esto puedes tomarlo como una inversión a futuro, ya que, su agilidad y destreza dependerán de la calidad de estímulos que le ofrezcas a su corta edad.

Esto que suena tan grave es conocido como desarrollo psicomotriz, y reúne dos facultades perfectamente ligadas: la de generar movimiento y la de hacerlo a voluntad. Para entenderlo, digamos que antes de que pudiéramos movernos por nuestra cuenta aprendimos a coordinar nuestro sistema nervioso con los órganos de los sentidos y los músculos. Tu hijo se encuentra justo en la etapa en donde estos mecanismos comienzan a relacionar sus actividades hasta unirse.

Increíblemente, tú ayudas a tu bebé en este paso todos los días, con cosas tan sencillas como la interacción (ya sea entre ustedes dos, en la guardería o cuando socializa con la familia), ofrecerle un juguete acorde a su edad o brindarle espacios para moverse con libertad.

Diferencias

Esta fase del crecimiento vincula dos aspectos, el psicológico y el motriz. En el primero intervienen el pensamiento, el sistema nervioso y todo aquello que no es parte en sí del movimiento. El segundo es más sencillo, y aunque tiene muchas subdivisiones, tu bebé está ejercitando dos claros aspectos: la motricidad fina y gruesa.

Motricidad gruesa

Está involucrada en actividades donde utilizamos los músculos largos, como correr y saltar, y también en movimientos complejos como lanzar objetos o chutar un balón; pero no es la único a lo que recurrimos cuando apoyamos nuestro peso sobre un pie para jugar al avión. Para actividades complejas es necesaria, además de este tipo de motricidad, la madurez en las áreas motriz y sensorial de la corteza cerebral, huesos fuertes y músculos poderosos.

Por ahora podrá:

  • De cero a tres meses: Mover la cabeza de un lado a otro, golpear un juguete, estirarse para alcanzar algo
  • De tres a seis: Adquirir dominio de su cabeza, llevarse los pies a la boca, intentar sostener su peso con ayuda, levantar los brazos para que lo alces, permanecer sentado con algún apoyo
  • De seis a doce: Sentarse sin apoyo, gatear, levantarse hasta quedar de pie, deambular apoyándose en los muebles.

En 2011, una investigación auspiciada por el CONACYT arrojó que cuando la mamá –específicamente ella– da libertad al niño para palpar su medio ambiente o repentinamente le dirige algunas palabras positivas o tiene un acercamiento físico, favorece que realice cualquiera de estas acciones que enumeramos. ¿Ves hasta qué punto es indirecto? Tú le hablas y él, para responderte, echa a andar toda una maquinaria que apenas se está ensamblando.

Ahora bien, otra cosa ocurre cuando no lo restringes y promueves sus conductas de exploración (obviamente, con los límites y seguridad): sin saberlo, favoreces su habilidad para controlar su propio cuerpo y equilibrio.

Motricidad fina

En esta categoría se encuentran los movimientos precisos, que implican pequeños grupos musculares y exigen un mayor correlación; como aquellos en donde son importantes la coordinación ojo-mano más los músculos cortos. Así, aquí entran maniobras como recortar figuras, ensartar cuentas o tomar un lápiz.

Aunque parezca mentira, lo que a continuación enumeramos dará pie a que algún día tu hijo pueda ensartar el hilo en una aguja:

  • De cero a tres meses: Hace movimientos delicados, puede abrir y cerrar las manos, agarra un juguete
  • De tres a seis: Usa las manos para explorar su cuerpo, intenta construir con cubos
  • De seis a doce meses: Come solo con la mano, mete objetos en un recipiente, usa su pulgar y el índice para sostener objetos

Como ves, la motricidad fina comprende actividades de agarre y puede ser estimulada en casa; si lo incluyes en actividades diarias manteniendo un contacto cercano, incitas su habilidad para utilizar las manos, dedos y ¡hasta las uñas.  Ahora bien, tú eres un factor esencial en esta etapa, pues intervienes directamente. Se ha demostrado que las mamás que se involucran activamente mejoran los movimientos de sus hijos; sin embargo, las que padecen algún trastorno –como la depresión– disminuyen su sensibilidad y habilidad para interactuar, lo cual repercute en él.