¿Por qué mi hijo se porta mal?

¿Tu hijo se porta mal y ya no sabes qué hacer para evitar darle una nalgada? Un experto te dice cómo ponerle límites sin llegar a eso.

Frecuentemente por percepción propia, reportes de la escuela o por las reuniones sociales y familiares, nos damos cuenta de que nuestros hijos presentan problemas de conducta: no hacen caso, ni obedecen o tienden a ser retadores y rebeldes. Un problema usual es observar que intentan constantemente “brincarse” las normas de manera implícita o explícita, buscando “salirse con la suya”.  Si consideras que tu hijo se porta mal y no sabes qué hacer, aquí te damos unos tips.

Tu hijo se porta mal porque…

Mucho se ha hablado de las causas que nos llevan a vivir situaciones complicadas en la familia; sin embargo, de poco nos sirven estas explicaciones, pues no ofrecen justificaciones reales y convincentes en torno a los problemas con los hijos. Al respecto, existen cinco antecedentes que suelen repetirse y nos permiten ver lo que está pasando:

Circunstancia generacional

Los niños de ahora no son como los de antes; por lo tanto, es necesaria una nueva percepción de la educación.

Cultura de la inmediatez

En la actualidad se ha generado una búsqueda a la gratificación inmediata de las demandas, enlazada a un gran desapego y una baja tolerancia a la frustración.

El principio del menor esfuerzo

La consigna es obtener más dando lo menos posible a cambio, situación que repercute directamente sobre la perseverancia, la motivación y la capacidad de sentirse a gusto con lo que se tiene.

El poder

¿Quién tiene el dominio dentro del hogar? ¿De quién depende en mayor o menor medida la dinámica familiar? A veces, les entregamos el control “para evitar problemas”; esto puede ocasionar los conflictos que queremos evitar, y que más adelante sea difícil recuperar el mando.

Motores de la conducta

Desde el punto de vista de los psicólogos son los más importantes, y constan de cuatro características que encaminan la conducta y de las cuales debemos aprender a hacer mejor uso:

  • El amor. Un niño te responderá simple y sencillamente por miedo a perder tu cariño
  • Captar la atención. Una mala diferenciación entre lo positivo y negativo en los chicos, suele reforzar las conductas buenas como las indeseables. Los berrinches como una forma de hacerse notar, son un gran ejemplo
  • Salirse con la suya. Evitar que él tenga la última palabra implica la necesidad de estimular la tolerancia a la frustración, a su vez, desarrollar los mecanismos de autocontrol
  • Enojo. Nosotros somos los principales confrontadores de sus deseos y la ira suele ser la razón por la cual depositamos carga afectiva sobre la atención y conductas negativas

¿Qué son los límites?

Según una definición conceptual, “son el punto máximo al que puede llegar algo”. Pero también vale la pena mencionar otra que explica de manera más clara cómo llevarlos a cabo: “Establecer de manera consciente, anticipada y clara las situaciones, actitudes, conductas o comportamientos que serán o no admitidos dentro del hogar, determinando el punto máximo que se permitirá (o tolerará), así como las ‘consecuencias’ que se aplicarán una vez trasgredidos los límites. Tendrán como finalidad última, evitar en la medida de lo posible las situaciones de conflicto”.

En este sentido, es importante educar a través de la conciencia, es decir, dándonos cuenta de los que estamos haciendo, para transmitírselo a los hijos con claridad; esto tendrá como consecuencia que ellos entiendan lo que se espera de su comportamiento. Sólo tú y tu pareja pueden definir lo que está o no permitido.

Cómo aplicarlos en casa

Los límites no se establecen señalándolos, sino dejando claro cuál es la consecuencia que se vive una vez que se rebasa. Si sólo lo usas para amenazar, seguramente aprenderán a saltar tus normas. Recuerda que lo que modifica la conducta no es la severidad del castigo que impongamos, sino su consistencia.

Lo primero que tenemos que hacer es asumirnos como autoridad para hacer valer las reglas, las cuales pueden ser manejadas de acuerdo al estilo de cada familia. Para empezar realiza lo siguiente:

1. Define un comportamiento ideal. Si tenemos claro hacia dónde vamos será más fácil llegar
2. Piensa cuáles son las conductas que quieres cambiar y enfócate en ellas
3. Comunícales a tu pareja, tíos, a los abuelos y profesores tus posturas para que todos sigan las mismas pautas
4. Define por anticipado las consecuencias viables, proporcionales, inmediatas y acordes a tu manera de pensar
5. Da el ejemplo. Para modificar comportamientos en la familia, hay que ser coherentes con lo que pedimos y generar credibilidad

Por último, ten presente que muchas de las estrategias que sirven de manera inmediata no son adecuadas o correctas a largo plazo. Es preferible tener pequeñas batallas para evitar grandes guerras, por eso es muy importante que eduques desde el principio.